1 ene 2012

Ginebra: sobriedad a la suiza

Ginebra, 8 de marzo de 2008

En el extremo occidental de Suiza y bordeando el lago Léman en su embocadura hacia el Ródano se encuentra Ginebra, segunda metrópoli suiza después de Zurich. Ciudad internacional por excelencia -sede de diversas organizaciones internacionales como la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Organización Internacional del Trabajo (OIT) o la central europea de Naciones Unidas (ONU)- Ginebra presenta una multiplicidad de facetas: la moderna zona bancaria, las grandes casas de alta costura, joyas y relojes, los enormes parques, la antiguas callejuelas medievales, el espíritu náutico que domina las riberas del Léman. Y como telón de fondo, los Alpes.
Ginebra es una ciudad para caminar. Podemos comenzar por el Parque de los Bastiones, situado a los pies de la ciudad medieval entre fortificaciones que datan de los siglos XVI y XVII. Adosado a un tramo de las antiguas murallas se encuentra el Muro de los Reformadores, de 100 metros de largo y 5 metros de altura. La sección central recuerda a cuatro grandes figuras del calvinismo: Guillermo Farel (1489-1565), Juan Calvino (1509-1564), Teodoro de Bèze (1513-1605) y John Knox (1513-1572). Detrás de las estatuas, la divisa de la Reforma: “Post Tenebras Lux”. A un lado y otro, diversas estatuas presentan a los grandes personajes de la reforma calvinista y bajorrelieves que ilustran los momentos cruciales del movimiento. 
Saliendo del parque y subiendo por la Rampe de la Treille nos adentramos en la Vielle Ville, la ciudad antigua. Calles angostas, casas señoriales, anticuarios y librerías nos guían hacia la Catedral de San Pedro, perteneciente a la Iglesia Reformada Suiza. Si bien sus orígenes como iglesia católica se remontan a finales del siglo IV, su destino cambiaría radicalmente el 8 de agosto de 1535, cuando Guillermo Farel predicó por primera vez la Reforma ante la multitud congregada en la catedral y los iconoclastas arrasaron con las imágenes y estatuas que entraban en contradicción con el nuevo culto. Al año siguiente Calvino llegaría a Ginebra y se instalaría en esta iglesia, donde predicaría las Escrituras por 23 años. En la catedral se conserva aún la silla que solía utilizar el líder protestante ginebrino.
Finalmente, por la calle Place de Longuemalle llegamos al Pont du Mont-Blanc, por donde cruzaremos la embocadura del Léman y comenzaremos el paseo por la rivera. La Quai de Mont-Blanc nos ofrece una vista simplemente magnífica: el Léman -infinito, profundo, hipnotizante-, salpicado por cisnes y gaviotas, botes y yates, el Jet d'Eau, símbolo de Ginebra, que propulsa hacia el cielo un chorro de agua de 140 metros de altura, y en la rivera opuesta, mansiones que se recortan sobre los picos nevados de los Alpes. 


Parque de los Bastiones

Muro de los Reformadores

Muros de la Vielle Ville





Catedral de San Pedro de Ginebra



El Lago Léman y el Jet d'Eau





No hay comentarios:

Publicar un comentario