30 may 2012

Madrid para principiantes



Madrid, 29 de noviembre de 2009

Estaba de paso. Había llegado a la madrugada a Barajas y a la mañana siguiente debía tomar el tren hacia Valladolid. De modo que no obstante el maldito jet lag a cuestas y un persistente dolor de cabeza, decidí salir a conocer la ciudad. Mi recorrido comenzó en el Palacio Real, un bellísimo edificio barroco-clasicista del siglo XVIII –en el que residieron los reyes de España hasta 1931-, rodeado por los prolijos Jardines de Sabatini. Tras el Palacio,  cruzando la Plaza de la Armería, la catedral de Santa María la Real de la Almudena, construida en una mezcla de diversos estilos: neoclásico en el exterior, neobarroco en el interior, neorrománico en la cripta. Por la Calle Mayor comencé a adentrarme en el casco histórico de la ciudad, deleitada por sus pintorescas fachadas y sus angostas callejuelas. Y qué calidez y vitalidad le dan su gente y sus bares! Pronto divisé el Mercadillo de San Miguel, un recientemente restaurado mercado de principios del siglo XX. Adentro, todos los manjares ibéricos imaginables: jamones, embutidos, frutos de mar, vinos, tapas, olivas… Una perdición. Resistiendo mis más bajos instintos, continué hacia la Plaza Mayor, el antiguo corazón de Madrid. Se trata de una plaza cerrada del siglo XVII, rodeada por edificios de tres pisos con galerías llenas de cafés. En el centro norte de la plaza se impone el Edificio de la Panadería, decorado con bellos frescos. En sus orígenes, la plaza era no sólo el principal mercado de la ciudad sino también el escenario de corridas de toros y autos de fe, como el que fuera inmortalizado por el pintor Francisco Ricci en 1683. Pero hoy la plaza se prepara para las Fiestas: está repleta de puestos que ofrecen toda la parafernalia navideña imaginable. Y si allí se respiraba la Navidad, Puerta del Sol, punto nodal de la ciudad, rebosaba de ella. Las calles, inundadas de gente, destellaban. Pero aquí me adentro en otro terreno, peligroso si los hay: las compras. Me pellizco. Estoy despierta. Esto puede hacerme descarrilar. Pero tengo que esperar las rebajas. Al menos, intentaré intentarlo. Para compensar la abstinencia, una caña y un bocadillo en un bar. Que no os engañe el diminutivo. Se trata de un sándwich de unos 30 cm, que en la ocasión estuvo relleno de lacón gallego -algo así como jamón crudo pero con una curación mucho más corta-, calentito, con oliva y pimentón… El “Madrid para principiantes” estaba resuelto de momento. Me quedé con ganas de más, pero sé que en los tres meses que estaré instalada en España tendré muchos fines de semana para volver. Al día siguiente debía tomar el tren a Valladolid, mi nuevo hogar. Pero eso es para otro capítulo. 










Francisco Ricci . "Auto de Fe en la Plaza Mayor de Madrid" (1683)
Museo del Prado

27 may 2012

Regreso al Viejo Mundo (la segunda vez es mejor)




 Madrid, 28 de noviembre de 2009

Llegué al aeropuerto de Barajas, Madrid, el 28 de noviembre a la madrugada, luego de un viaje de 12 horas sin poder dormir (nada). Qué fastidio. Las cosas comenzaron turbias: las azafatas nos pidieron que bajáramos del avión con pasaporte en mano porque la policía los estaba controlando antes de descender (esperaban a alguien?). Los trámites de migraciones fueron, sin embargo, más sencillos de lo previsto:
- Motivo del viaje?
- Estudios
- No tiene visa de estudiante?
- No, son sólo tres meses…
- Pasaje de regreso por favor.
- Aquí tiene.
Y así fui admitida en la Comunidad Europea (por ese entonces no tenía pasaporte comunitario y no era más que una turista del tercer mundo), sin que siquiera me pidieran la constancia de la beca que me había otorgado el Ministerio de Asuntos Exteriores para realizar tareas de investigación en la Universidad de Valladolid. Respiro tranquila. Espero las valijas. No salen. Finalmente, una hora y media después del aterrizaje, recuperada mi valija, enfilé hacia el Metro. Madrid tiene una red de subterráneos increíble, con 13 líneas que cruzan la ciudad en todas las direcciones y que tienen muchísimas estaciones. Lo más peculiar del metro de Madrid en comparación con el de otras ciudades europeas es que una de sus líneas llega al aeropuerto, y se accede agregando el ticket sencillo, de 1,50€, un suplemento de 3€. Claro que el aeropuerto es grande y trasladarse de una de las terminales al metro es un laaaargo camino, alivianado por suerte por cintas transportadoras. Luego el problema de pasar por las puertecillas del metro con las valijas. Pero a mí no me pasa dos veces lo mismo. Luego de que el año pasado me quedara atascada en la estación Chatelet en el metro de Paris -también llegando del aeropuerto-, la experiencia juega a mi favor. Misión cumplida. Europa. 

Datos útiles:



26 may 2012

Fin de semana en Roma



Roma, 13 de marzo de 2008

Llegué a la estación Roma Termini al mediodía. Contaba con poco tiempo: sólo dos días para recorrer la Ciudad Eterna. Y si en ciudades como Venecia o Florencia es posible armar un circuito a pie que nos deleite con las principales vistas en algunas horas, en Roma eso llevaría semanas. Una buena opción para weekend-trippers es adquirir un pase en el Open Tour, un ómnibus de dos pisos, el superior al aire libre, que tiene un itinerario fijo con paradas en diversos puntos de la ciudad  en las que los pasajeros pueden bajar y subir cuantas veces quieran en las 24 o 48 horas de validez del ticket. Como el reloj comienza a correr cuando subimos por primera vez al ómnibus, mi pase quedaba abierto entre las 13:30 de ese día hasta las 13:30 del siguiente.
El día era perfecto para el paseo: un sol pleno y una temperatura primaveral, más que agradable para disfrutar el aire libre en el piso superior. Mi idea era la siguiente: durante esa tarde haría las visitas “de exteriores”, para tener una visión general de la ciudad, y al otro día realizaría con más tiempo las visitas al Coliseo y al Vaticano. Ese día pude recorrer pues el Foro Romano, los alrededores del Coliseo, la Piazza San Pietro, el  Castel Sant’Angelo… Finalmente, llegué a la pintoresca Piazza Navona, para desde allí seguir a pie  hacia el Panteón, la Fontana de Trevi y, tomando la Via Sistina, a la Piazza di Spagna.
A la mañana siguiente me levanté bastante temprano, para poder tomar a las 9:00 el primer bus del Open Tour. Primer destino: Coliseo. Entrar al Coliseo es sencillamente estremecedor. Pareciera que hasta podemos escuchar el entrechocar de las espadas, el rugido de los leones, el acalorado vociferar del populus… Segundo destino: la basílica de San Pedro.
Para el mediodía ya estaba agotada y con un hambre atroz. Por suerte, hice justo a tiempo para volver a tomar el bus del Open Tour de regreso al centro de la ciudad. Unas buenas pastas, antes de que salga el tren.
Definitivamente, tengo que volver a esta bella ciudad. 













Datos útiles:
Precios (a mayo 2012)
24 hs: Adultos 22€ / Niños 6-12 14€
48 hs: Adultos 27€ / Niños 6-12 17€
Pano del itinerario, aquí.