3 de marzo de 2008
El lunes por la mañana comenzaban mis excursiones por la región de Mediodía-Pirineos. Sin embargo, esto no sería tan sencillo como lo había previsto, pues descubriría que estos pueblitos de ensueño que tanto añoraba conocer eran, en temporada baja, virtualmente inaccesibles. De modo que no nos podemos dar el lujo de elegir el destino: el destino nos elige a nosotros. En palabras menos poéticas, vamos a donde nos lleve el autobus. La opción sería Villefranche de Rouergue, una ciudad fortificada construida por los condes de Toulouse en 1252 en el valle del Aveyron. El camino es bellísimo, poco más de una hora de serpenteante ruta por la campiña francesa. Suaves valles verdes, tierras roturadas, antiguos graneros y pueblitos de cuentos de hadas salpicados por las lomadas. Finalmente arribamos a Villefranche. Aún se conservan parte de sus antiguos murallas, sus callejuelas angostas, sus puentes sobre el Aveyron... y la plaza del mercado! Porque Villefranche -cuyo primer fuero, que data de 1256, regulaba la actividad mercantil- se constituyó como un verdadero burgo comercial durante la Edad Media y el Renacimiento. De hecho, aún en la actualidad, todos los jueves el mercado se instala en la misma plaza que hace más de 700 años, ofreciendo una tentadora variedad de especialidades de la región. Y dominando la plaza desde una de sus esquinas, la iglesia de Notre Dame, de estilo gótico meridional. Buscando refugio del frío inclemente y una ya exasperante garúa, decidí almorzar en un pequeño restaurante frente a la plaza, bajo sus arcadas [plat du jour, siempre una sorpresa!]. Afortunadamente, después del mediodía asomó el sol, lo que me permitió realizar un agradable paseo por el Aveyron. A las 16:20 salía mi bus de regreso a Rodez. El único; si lo pierdo, no vuelvo!
Web oficial de la Oficina de Turismo de Villefranche de Rouergue.
Web oficial de la Oficina de Turismo del Departamento del Aveyron.
Web oficial de Turismo de la región de Mediodía-Pirineos.
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